Un mundo que tiembla
Jueves tarde, Teatro Monumental de Madrid, la orquesta de la RTVE está a punto de interpretar su programa B- 1 2 (la rapidez de esta orquesta en montar programas se traduce en que éstos acaben teniendo nombre de vitamina) , con obras de Beethoven, Shchedrin -en realidad, como comprobamos tras unos primeros minutos de desconcierto, la obra de este compositor ruso consistía en una reorquestación de la Carmen de Bizet -, Gershwin - célebre por su Rapsodia in Blue- y Higdon -una compositora norteamericana, ganadora de un Grammy a la mejor obra clásica contemporánea por su Concierto para Percusión- . El Monumental, no nos engañemos, no es un teatro con un punto de romántica decadencia -como escuch é comentar mientras hac ía mos cola en la entrada-. No, el Monumental es un teatro decadente , con tapicerías de colores desvaídos y un techo de cuestionable estabilidad. Pero quizá es precisamente esa carencia de toda aparatosidad, de todo formalismo, lo que pro voc