Lo bello y lo bestia. De la mano de CLARICE LISPECTOR
Esa cosa sobrenatural que es la vida la vamos comprendiendo en Morse.
Hay, por ejemplo, realidades que se van entendiendo de manera gradual. Un día
un sorbito, otro día otro sorbito, uno va paulatinamente alimentándose de una
sustancia invisible que podríamos llamar experiencia, y que, como el maná -la
comida enviada por los dioses-, resulta muy nutritiva pese a no tener olor ni sabor.
Existe un conocimiento que se va adquiriendo así, continuada, pausada,
horizontalmente… la línea del Morse. En cambio, hay otros aspectos de la vida -quizá
los más profundos, oscuros y abstractos- que, de forma misteriosa e
inexplicable, uno entiende de repente. ¿No os ha ocurrido nunca? Es una
comprensión animal, desintelectualizada y nítida. Una sabiduría repentina y
certera que te asalta en cualquier lugar y circunstancia, una sacudida que
parte de tus mismas entrañas, tras la cual no te queda más remedio que
comprender -comprender que amas, comprender que no amas, comprender que alguien
no está y nunca más va a estar, comprender que tienes miedo, comprender de qué tienes miedo, comprender lo
bella y lo bestia que es esta existencia con la que hemos sido al mismo tiempo premiados y
condenados-. Comprender violentamente. Indigestamente, incluso. Para mí este
instante es como el punto del código Morse. ¡Pum! ¡Ahí está! Un punto fugaz, un
instante. Y lo has entendido.
El personalísimo código de Clarice Lispector era, sin
duda, un código repleto de puntos. Su voz, la de una mujer que decía “no sentirse cómoda en la vida” era sin
embargo la de alguien que la ha comprendido profundamente. Su mirada intuitiva,
sofisticada, sensual, se posa en lo aparentemente insustancial, en lo cotidiano
-en mujeres que barren, que cocinan, que paren, que temen-, y lo desnuda de
forma bella y despiadada, hasta dejar al descubierto el latido salvaje y
caliente de la existencia.
“Dar la mano a alguien ha sido siempre lo
que esperé de la alegría. Muchas veces, antes de dormirme -en esa pequeña lucha
por no perder la conciencia y entrar en un mundo más vasto-, muchas veces, antes de tener el valor de
embarcarme en el gran viaje del sueño, finjo que alguien me tiende la mano y
entonces avanzo, avanzo hacia esa enorme ausencia de forma que es el sueño.
Sumergirse en el sueño se parece tanto al modo en el que ahora debo avanzar
hacia mi libertad… Entregarme a lo que no entiendo será como colocarme en los
límites de la nada. Será como avanzar sin avanzar apenas, como una ciega
perdida en un campo. Esa cosa sobrenatural que es vivir. El vivir que yo había
domesticado para volverlo familiar”
¿Pero qué clase de animal
privilegiado era Clarice Lispector para haber comprendido tanto? Me la imagino
como una mujer-pantera, o una mujer-lobo, con un instinto salvaje y arrollador.
O como un árbol centenario, portador de una sabiduría que emerge de las mismísimas
raíces de la tierra… Una sabiduría y un instinto que nos lega a través de sus
libros. Precisamente en este 2014, la editorial Siruela http://www.siruela.com/catalogo.php?opcion=buscar&id_autor=207 acaba
de reeditar lo mejor de la obra de esta mujer valiente cuyo discurso moderno,
personal y originalísimo no fue siempre bien entendido en su época ni en el
Brasil que habitó, criticó y amó.
Decía el psicólogo y filósofo Eric
Fromm, que “mientras el conocimiento de lo superficial es
conveniente, el de lo verdadero es perturbador”. Quizá la razón por la cual
leer a Clarice Lispector resulta, precisamente, una experiencia tan perturbadora es porque las páginas de
sus libros están plagadas de conocimientos poco convenientes, de verdades incómodas,
profundas y secretas. La libertad, el sentido de la vida, la moral, el amor, la
trampa del yo… Ella toma todo eso, lo desnuda y lo mete en una caja. Si no vas
a poder soportar la visión de la materia cruda, de tu propia materia cruda, no
abras la caja. Si crees que no vas a poder digerir la vida despojada de esa pátina
aséptica con la que frecuentemente la cubrimos, no abras la caja. Si sólo puedes sentirte cómodo con una
moralidad domesticada, no abras la
caja.
“La moralidad. ¿Sería cándido pensar que
el problema moral en relación con los demás consiste en actuar como se debería
actuar, y el problema moral con uno mismo es conseguir sentir lo que se debería
sentir? “El escándalo es todavía necesario, pero ¡ay de aquel por quien venga
el escándalo!” ¿Era el Nuevo Testamento donde se decía? La solución debía ser
secreta. La ética de la moral es mantenerla en secreto. La libertad es un
secreto”.
Al fin y al cabo, como dice
Clarice, la libertad es un secreto, y no todo el mundo está preparado para los
secretos. Pero si decides abrir la caja, verás el lado bestia, sí, pero también
el lado bello, bellísimo, de la vida. Y si decides abrirla, dale la mano a Clarice
Lispector.
“Pero me asusté… nunca antes me había yo dejado
llevar, a menos que supiese hacia qué… Perderse es ir hallando y no saber qué
hacer con lo que se va descubriendo (…)
Por eso necesito
aferrarme a esta mano tuya, aunque no consiga inventar tu rostro, ni tus ojos,
ni tu boca. Por el momento estoy inventando tu
presencia. Por el momento me aferro a ti, y a tu vida desconocida y cálida (…) Perdona que te dé
esto, mano que aferro (…) Dame tu mano”.
P.D. 1.- Todos los fragmentos en
cursiva están extraídos de la recopilación de cuentos “Felicidad Clandestina” y
de “La pasión según G.H.” de Clarice Lispector, obras traducidas del portugués
por Marcelo Cohen y Alberto Villalba, respectivamente.
P.D. 2.- “Lo bello y lo bestia”
es una canción de The New Raemon
Muy buen y bonito artículo. Aunque el problema de la caja, es que si te planteas abrirla o no abrirla es porque ya la has abierto...
ResponderEliminar;)
Gran verdad, Crochetes :) ¡Muchas gracias por leer y por comentar!
EliminarVioleta, siempre me enganchas con tus "artículos"!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Débora! Por pasarte por aquí un rato y por dejarte enganchar :)
EliminarMe ha gustado este escrito tuyo, Violeta. Es muy difícil expresar con el lenguaje escrito sensaciones o intuiciones, pues éstas parten de un mundo no racional y el lenguaje tiene una mecánica lógica y racional. El comprender de repente algo profundo y verdadero es perturbador y la vía para su conocimiento secreta. Me recuerda a lo que decía Bergamín "sentir es pensar temblando". La última cita de Clarice Lispector va por ahí. Sigue escribiendo.
ResponderEliminar¡Qué bonita la cita de Bergamín! Y sí, qué difícil expresar lo irracional con estructuras racionales... Al final, sucede como con todo, el medio es imperfecto, pero es el que tenemos. Gracias por pasarte por aquí. :)
ResponderEliminarMe quedo con la B: -... Como si después del primer guión pudiese venir cualquier cosa inesperada.
ResponderEliminarDefinitivamente, la B es la letra más prometedora. Gracias, Morsian@
Eliminar