Bichos del XXI

En el siglo XXI los capitanes ya no se hunden con su barco, como en aquellos dorados años del Titanic. Tampoco es suficiente, hoy en día, con el grito despiadada e ingenuamente sincero de un niño para desenmascarar, como sucedía en el cuento, el misterio del traje nuevo del emperador -debe de haber pocos niños, o muy silenciosos, en Valencia-. Y por si fuera poco, las princesas -que como las niñas del Madrid de Sabina, ya no quieren serlo- se entretienen robando a escondidas, en compañía de bellos donceles, las reservas de oro del reino.

En el siglo XXI existen, o eso dice la RAE, las palabras libertad, felicidad y amor, y sin embargo, son pocos los que reflexionan acerca de su verdadero significado. Por suerte queda aún algún alma curiosa que, en la soledad de un viaje en tren, en la cama con su novio/amante/apaño circunstancial, o en la extraña lucidez de la cuarta copa entre amigos, rescata del olvido, confraternizándose así con el pasado, las preguntas más viejas de la humanidad - ¿qué es la libertad? ¿se puede ser realmente libre? ¿qué o quién nos lo impide? ¿existe la felicidad? ¿es un momento o un estado? ¿qué es el amor? ¿puede durar para siempre?- logrando así despertar de su letargo a estas palabras ancianas, que imagino como esas piedras con incrustaciones doradas que hacían visible, desde el desierto, la antigua ciudad de Palmira; piedras expoliadas, avejentadas y fatigadas por el paso y el peso de la historia, pero, pese a todo, eternamente resplandecientes. La victoria en este juego de desapolillar preguntas inmemoriales no pasa por apretar rápido el pulsador y -¡¡¡piiiii!!!- ser el primero en dar con la respuesta correcta. No se trata de vencer ni de convencer. Tan sólo de darnos cuenta de que, como revela el famoso proverbio, "los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro conocimiento", y de que, en consecuencia, hemos de intentar engrandecer éste, expandiendo para ello las fronteras de nuestra comprensión, de nuestra experiencia; ensanchando e hinchando nuestra vida como se infla un globo de cumpleaños...

En el siglo XXI también hay gente dispuesta a luchar por cambiar algunas palabras. Pero no las que, como las anteriores, nos ayudan a vislumbrar el oasis, tras días y días de tortuosa travesía por el desierto, sino las que no brillan ni guían, como esos formalismos arcaicos, metódicos e inútiles que nos robotizan e impiden que fluyan nuevas maneras más sencillas y accesibles de hacer y decir las cosas. Pero estos valientes saben que la lucha será larga y dificil, porque no nos han educado para dibujar nuevos horizontes, ni para inventar ni imaginar, sino para ir recogiendo miguitas de pan con las que otros han marcado ya el camino. Y el miedo a equivocarnos es tan terrible -pues una caida es una cicatriz, y una cicatriz es un estigma social- que salirse del guión es casi un acto de heroicidad.

En pleno siglo XXI existen quienes aún conciben su trabajo como un paquete-regalo cargado de coherencia y honestidad que depositar en manos de quien lo pida o lo necesite, sin importarles demasiado la recompensa. Seres extraterrestres en un mundo como el nuestro, infestado de egoísmo, materialismo y ambición, que te devuelven una mirada de ingenua extrañeza cuando les recomiendas que sean "prácticos", o cuando, a modo de pretendido alivio les dices que si" el bolo ha sido una mierda", al menos "piensen en la pasta". El mundo sería un lugar más hermoso si hubiera más de estos marcianos viviendo entre nosotros...

En el siglo XXI nos encontramos también, muy de vez en cuando, a algún loco valiente que, pese a no ser ese el cuento que le contaron de pequeño, al cumplir los 30 entiende súbitamente que prefiere -como la canción- "ser un indio a un importante abogado" y cambia la toga -o los discos duros- por el arco y las flechas. Otros, mientras, luchan no por ser importantes, pero sí por ser lo que en verdad desean ser: abogados, o profesores, o fotógrafos, o investigadores, o sumillers, o músicos... o simplemente felices.
Despues de todo no es tan diferente de los anteriores este siglo XXI...



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